Desde mi experiencia personal como madre separada de dos hijos, de 6 y 9 años de edad, y desde una pura vocación profesional, como Trabajadora social, Terapeuta Gestalt y Experta en Terapia Regresiva, llevaba ya un tiempo sintiendo la necesidad de crear una alternativa diferente para los muchos padres y madres separados o solteros que lidian día a día con la dificilísima labor de criar a los hijos en soledad.
Me encuentro con frecuencia en mi consulta a hombres y mujeres que tras la siempre dolorosa separación, ven que su mundo entero se ha desvanecido de repente. Y no sólo el de ellos, también el de sus hijos. Las antiguas amistades comunes pasan ahora a ser los amigos del/la ex, y uno/a se queda con la sensación no sólo de haber fallado en algo importante (ver a los hijos sufrir le lleva a uno/a a sentirse así), sino también la de una nueva soledad espantosa que a veces llega a hacerse insoportable.
Mi propuesta es crear unos espacios vacacionales (fines de semana, puentes, Semana Santa, verano, etc) en albergues y casas rurales, donde padres e hijos , compartiendo vivencias y emociones durante varios días con padres y niños que viven su misma situación, puedan saborear esa grata sensación de “no estoy solo/a”.
En pleno contacto con la naturaleza, trabajando la expresión de sentimientos y emociones a través de diferentes técnicas terapéuticas, disfrutando de los diferentes talleres y actividades deportivas y culturales que ofrecen este tipo de albergues, y empezando a reconstruir su vida social, padres y niños volverán a casa como poco, con nuevas sensaciones de ilusión y ganas de seguir hacia delante.
También para aquellos padres y madres que ya han superado esa etapa inicial tras la separación y que han rehecho su vida social o están en ello, siempre es positivo abrirse a conocer nuevas personas, cada una con su historia y su circunstancia, pues es a través de los otros, a mi modo de ver, como vivimos más y más oportunidades de conocernos mejor a nosotros mismos y de crecer como padres/madres y como seres humanos.
Asimismo, la idea es que poco a poco vaya surgiendo una mayor calidad en la comunicación entre padres e hijos, así como una capacidad en ambos a la hora de expresar sentimientos y emociones que hasta ahora iban guardándose en el “cajón de sastre”.
Y por último, quiero hacer hincapié en la importancia fundamental de que tanto padres como madres tomen conciencia de una vez por todas de lo doloroso y castrador que es hacerle a un/a niño/a vivir una infancia de enfrentamientos y rencores entre las dos personas a las que él/ella más quiere. Trabajar la rabia reprimida, la tristeza, el reconocimiento de la propia responsabilidad en todo lo ocurrido y el perdón (a uno/a mismo/a y al otro/a), serán piezas clave en estos talleres terapéuticos.
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